Quiero pero no puedo. Sé que preparar una oposición es un proceso largo y costoso, ¿a qué debo renunciar para poder estudiar? ¿Cómo dar el paso?

El primer escollo, nuestro primer gran problema cuando hemos de tomar una decisión importante es a cambio de qué tomamos dicha decisión, qué debemos poner en la balanza para que nuestra vida no pierda el equilibrio…

Pero antes centrémonos en eso, en nuestro presente o en nuestro pasado más reciente, porque en uno de ellos está el origen de nuestra decisión. O podemos hacernos las siguientes preguntas: “¿Qué quiero cambiar?”, “¿Qué me ha llevado a decidir?” Es en ese pasado más reciente o en nuestro presente donde tenemos la respuesta, porque lo que realmente queremos es … Un cambio.

Esa necesidad de cambio debe ser lo suficientemente importante como para que me atreva a decidir, a disponer de la energía y la fuerza necesaria para afrontar el nuevo camino, pero ¿qué es lo que realmente quiero cambiar? Si nos fijamos , básicamente pretendemos cambiar o bien parte de nuestro entorno (exterior) o de nosotros mismos (interior) porque no estamos conformes con una parte, con la otra o con ambas.

Ha llegado la hora

Y empezamos a dar vueltas a la idea, primero son pequeñas vueltas y a medida que pasan los días son vueltas más grandes. Es muy sencillo, hemos sembrado en nuestra mente una idea que nos va a llevar a tomar una decisión importante. Es como una pequeña bola de nieve, que a medida que rueda se va haciendo más y más grande. A nuestra primera idea se van añadiendo nuevas ideas, nuevos pensamientos, que hacen que vaya tomando forma. Son los pros y los contras.

¿Nos centramos en las ventajas o en los inconvenientes?

Esta pregunta, fácil de responder en la teoría, no lo es tanto en la práctica porque a pesar de lo que haya escrito sobre el tema, de lo que nos puedan decir o aconsejar los demás, dependemos de nuestro carácter, de nuestro optimismo o nuestro pesimismo. Si somos optimistas tendremos siempre tendencia a centrarnos en las ventajas y por el contrario, nuestro pesimismo hará que nos centremos en los inconvenientes. Entonces, ¿ya está resuelto?, puede que si mi carácter es pesimista no deba entonces plantearme nada, dejando el camino sólo para los optimistas…

¿Podemos cambiarlo?

Mi respuesta, la respuesta, es SÍ. Podemos cambiar, podemos hacerlo.

El optimismo y el pesimismo son dos caras de la misma moneda. Compremos un poco de todo, ni mucho de uno ni mucho de lo otro. Podemos ser sensatos y tratar de compensar nuestro exceso o nuestra carencia. ¿Cómo lo hacemos? Convirtiendo el no en el sí, nuestros miedos en expectativas, nuestros pequeños fracasos en pequeñas victorias… cambiando nuestro enfoque.

Así pues, ha llegado la hora de ver a qué tengo que renunciar si me propongo estudiar de lleno mi oposición. No hace falta ir muy lejos para descubrir a qué debo renunciar: Al tiempo

Básicamente el tiempo disponible se reparte entre nuestro tiempo, el tiempo que ofrecemos a los demás y el tiempo para otros asuntos, que pueden ser el trabajo, la compra, la casa…   Con esto llenamos nuestro día a día. Cada uno de nosotros repartimos esos tiempos de forma distinta. En muchas ocasiones llegamos a percibir con claridad que participamos poco en ese reparto, que el reparto nos viene impuesto o se nos impone con el paso del tiempo, dando como resultado en la mayoría de las veces una disminución del tiempo que es sólo nuestro.

En muchas ocasiones, el problema es cómo organizamos nuestro tiempo. Hacemos un reparto demasiado desequilibrado. Bien es cierto que el trabajo nos impone un horario en el que poco podemos cambiar, pero aparte de ese tiempo podemos organizar mejor el resto, y por supuesto no todo es organización, debemos hacer renuncias.

Volvamos al cambio de enfoque. Es lo que me ayudará.

Renunciar al tiempo disponible suena fatal. Lo primero que hago si quiero repartir mejor mi tiempo es apretar más mi horario. Puede que no todo tengamos que hacerlo nosotros, que organizar mejor signifique renunciar a que todo no podemos hacerlo nosotros, podemos dejar que otros nos ayuden, que tomen parte de ese tiempo. Podemos delegar. Ahora suena mejor.

Estudiar implica esforzarse mucho. Es trabajoso. Cumplir objetivos poco a poco, aprender cosas nuevas, compartir lo que aprendo con otros… Ahora suena mejor.

No puedo, no sé, tengo muy poco nivel, el camino es largo, no me compensa….. Pidamos ayuda a nuestro entorno, seguro que la encontramos. Encontremos a las personas adecuadas para ello. No todo el mundo está dispuesto a ayudar de la misma manera pero podemos buscar. No perdemos nada.

Encontremos ayuda profesional, el lugar, la academia, la persona. Pidamos consejo para encontrar la oposición que mejor se adapta a nosotros. Todos los elementos deben colaborar. El lugar tiene que ayudarme, el centro, la academia… no puede ser sólo un intercambio comercial. Tras las empresas hay personas, busquémoslas.

Busquemos…. y encontraremos.

Manuela Chamorro

Profesora, Coach personal y empresarial